por Karen Saavedra
La ocurrencia de olas de calor en Chile han ido en preocupante aumento durante la última década, pasando de 9 a 62 eventos entre el 2010 y el 2020. En el año 2019, la ola de calor que azotó al país registró 39,3°C en Santiago (Estación Pudahuel) en enero y 41,1°C en Temuco en febrero, siendo hasta ahora la temperatura absoluta máxima anual del país. Y no es un fenómeno meteorológico que pueda atribuirse solo a la temporada de verano, pues ese mismo año se registraron temperaturas máximas significativas en abril, octubre y noviembre.
Sin embargo, es común ver en los medios de comunicación que la cobertura frente a olas de calor se hace desde la perspectiva de alerta por el riesgo de incendios y sobre la idea de que en los días de mayor temperatura la solución más simplista es refrescarse e hidratarse más.
Esta visión puede ser engañosa respecto a los reales riesgos de la ocurrencia de olas de calor en el país, y es que quizás en Chile no hemos tenido cifras importantes de fallecidos por olas de calor, pero sí se tiene antecedentes a nivel mundial; “entre 1998 y 2017, más de 166 000 personas murieron debido a las olas de calor, incluidas más de 70 000 que murieron durante la ola de calor de 2003 en Europa.”. Más importante aún, se ha proyectado que para el 2080 los fallecimientos por olas de calor en Chile podrían aumentar hasta en un 400% debido al aumento de las temperaturas a causa del cambio climático en la zona central.
Pero aún dejando de lado el escenario más critico al que podría llegar nuestro país, sigue la posibilidad de que la salud de las personas se vea afectada directamente por olas de calor, sobre todo en ciertos grupos de población que se les podría considerar en riesgo.
A través de la revisión del informe redactado por la Organización Panamericana de la Salud (2019), y los criterios de la Cruz Roja (2020), se elaboró un cuadro resumen de los principales grupos vulnerables ante las olas de calor y los mecanismo que los hace vulnerables.
En base a estos criterios, ¿Cuál es la proporción de estas personas vulnerables a olas de calor en Chile?
En el caso de las personas de edad avanzada (60+ años), según los datos del CENSO 2017, 2.841.213 (16,2%) pertenecen a este grupo, siendo las mujeres la mayoría (9%) por sobre los hombres (7,2%), junto con ser también las más longevas. De acuerdo con los datos de CASEN 2017, 13,4% personas 60+ años habitan viviendas unipersonales y un 14,2% de los mayores de 60+ años presentan algún grado de dependencia leve, moderado o severo, con mayor incidencia en mayores de 80 años. Se proyectaba que al 2019 esta población se concentrara en la Región Metropolitana con un 11% del total, Valparaíso con 14,2% y Biobío con 12,4%
En el caso de la población infantil, si bien el INE y la OPS definen a aquellos entre 0-14, se considera más vulnerable a las olas de calor al tramo entre 0-4 años, los cuales en base al CENSO 2017 corresponde a un 6,6% de la población. Las cuatro regiones con mayor porcentaje de esta población son; Región Metropolitana (39,0%), Biobío (11,7%), Valparaíso (9,9%) y el Maule (6,1%)
Dentro del grupo de personas con patologías no transmisibles, consideramos vulnerables a las personas cuyas patologías están catalogadas dentro del GES, como Diabetes mellitus tipo 1 y tipo 2, Hemofilia, Fibrosis Quística, Artritis Reumatoidea, Esclerosis Múltiple, Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica, etc. Así como a las personas diagnosticadas con algún tipo de cáncer, obesidad y obesidad mórbida.
Aquellas personas que farmacodependientes, que en base a la Encuesta Nacional de la Salud 2016-2017, pueden ser cerca de un 58,7% que consume un principio activo al día, se le considera vulnerable no solo porque sus medicamentos deben tener cuidado especial de almacenamiento durante eventos de calor extremo, sino que también consumir ciertos fármacos con temperaturas altas puede provocar complicaciones a su salud como se muestra en la siguiente tabla
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Para el grupo de personas con dificultades de comprensión, orientación, poca autonomía en la vida cotidiana y consumo de alcohol y drogas consideramos a personas con trastornos cognitivos y neuropsiquiátricos como Esquizofrenia, Depresión, Trastorno Bipolar, Alzheimer y otras demencias. También a personas con poca autonomía de vida, que en Chile según la Encuesta Nacional de Discapacidad del 2015 corresponde a 2.606.914 mayores de 18 años, de los cuales un 40% tiene algún grado de dependencia leve, moderado o severo. Y en el caso del consumo de alcohol y drogas, se consideran vulnerables personas que puedan consumir alcohol, pasta base, cocaína, estimulantes, éxtasis, alucinógenos u otras sustancias que puedan alterar la respuesta inmune a la regulación térmica corporal. Las regiones que lideran en general el consumo de estas sustancias son la Región Metropolitana, Valparaíso, O’Higgins y Coquimbo
A estos grupos vulnerables se les pueden sumar otras condicionantes;
Aclaración: A la fecha no hay muchos datos actualizados con un aproximado de cantidad de personas en el país que pertenecen actualmente a esta población vulnerable. No hay disponible de manera online (y de acceso al público) algún catastro completo sobre la distribución territorial de la población vulnerable ante olas de calor. La información epidemiológica disponible frecuentemente se encuentra incompleta, por lo que, si se habla de enfermedades crónicas, no hay información para todas. Los datos más completos (en lo que se refiere a detalle de población vulnerable y dónde podría estar) son antiguos y medidos bajo distintos parámetros a los actuales por lo que no son comparables.
No obstante, la intención de este compilado es para que el lector pueda reconocer los principales grupos vulnerables ante una ola de calor y poder tomar las precauciones necesarias para cuidar su salud y de quienes puedan estar dentro de estos grupos, frente a estos eventos extremos.
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