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Olas de calor y calor extremo



Meteorológicamente, se denomina ola de calor cuando la temperatura ambiental supera, por varios días consecutivos, un umbral histórico determinado (DMCh, 2020a; WMO, 2023a). El umbral histórico usado actualmente a nivel global toma como base el periodo 1981-2010. Los otros factores pueden variar, en el caso del percentil se utiliza 90, 95, 98 o 99 dependiendo de la fuente, y la duración desde dos a cinco días. En el caso de Chile, la DMCh considera una duración de 3 días y un percentil histórico de 90 porciento.

Como fenómeno meteorológico las olas de calor pueden ocurrir en cualquier momento del año, presentando un riesgo directo para los ecosistemas (Stillman, 2019; Barriopedro et al., 2023). Sin embargo, no todas las olas de calor afectan directamente al ser humano. Para ello es necesario que la sensación térmica ambiental sea lo suficientemente extrema para alterar los cuerpos humanos, que son relativamente buenos termorreguladores. Esto significa que una definición epidemiológica de la amenaza “calor” (condiciones meteorológicas a partir de la cual el daño para los humanos aumenta de forma significativa) debe considerar el impacto en la sensación térmica de la humedad ambiental, condiciones de ventilación y las características del ambiente construido. La duración del fenómeno de ola de calor ha demostrado ser relevante para comprender el impacto que este puede tener en humanos. También son importantes las temperaturas mínimas en el periodo, la contaminación ambiental y ser la primera ola de calor en el año o no (Anderson, Oleson and Jones, 2018; Barriopedro et al., 2023). En consecuencia, en muchos casos las maximas estadísticas usadas para definir una ola de calor no coinciden con los umbrales considerados dañinos para los humanos (Boni, 2020). Por ejemplo, en España, se calcula que el 64% de las veces los umbrales de calor establecidos por el Ministerio de Sanidad están por debajo la definición de calor de la Agencia Estatal de Meteorología, que corresponde a Percentil 95 (Linares and Díaz, 2023).

Aceptando que comprender la amenaza del calor necesita un análisis basado en diferentes variables climáticas y escenarios probables, la temperatura máxima diaria sigue siendo el principal factor para explicar sus impactos, seguido por su duración, y las temperaturas máximas nocturnas (Zuo et al., 2015a).  La evidencia relacionada a salud humana sugiere que el calor puede ser dañino cuando supera umbrales que van desde los 29 a los 35 °C dependiendo del estudio, pero no existe un estándar único que defina cuál es la temperatura ambiente dañina para el humano (Zuo et al., 2015a; Boni, 2020). Esto se debe, en parte, a las diferentes características demográficas y climáticas de los territorios. Por ejemplo, Wang et al. (2012) encontraron que dos días con más de 37°C predecían la mayor mortalidad en Brisbane (Australia), mientras que Nietschke et al (2011) considera que 35°C por tres días es el umbral significativo para Adelaide (Australia). Así mismo ocurre con otros impactos, como los ingresos hospitalarios. Ye et al., (2012) encontraron que en Nueva York a partir de los 28.9°C se observa un aumento en admisiones por problemas respiratorios, mientras que en Londres Kovats et al. (2004) señala que el umbral es 23°C. Esto plantea desafíos adicionales a la definición de un umbral epidemiológico, dado que el umbral no solo va a depender del territorio, sino de cuál es el daño o costo que se evalué. Además, es altamente posible que en la medida que el clima vaya cambiando de manera sostenida estos umbrales también cambien.

Finalmente, debemos considerar que el impacto del calor extremo está también mediado por otras variables atmosféricas relacionadas con la contaminación del aire. En primer lugar, dado que las olas de calor se relacionan con los incendios forestales, estás suelen darse en malas condiciones de calidad del aire. En segundo lugar, estudios recientes en calidad del aire han demostrado que en episodios de calor extremo algunos contaminantes aumentan de manera significativa, en particular el ozono. Mientras que el ozono estratosférico (a gran altitud) nos protege de los rayos ultravioleta, el ozono cercano a la superficie terrestre es perjudicial para la salud humana (Wang et al., 2022; WMO, 2023b).   

En definitiva, se concluye que una definición epidemiológica de calor extremo no puede depender de la noción de anomalía estadística, sino que debe referirse al calor extremo para los cuerpos humanos (Boni et al 2023). Este umbral solo puede ser específica a un territorio en particular, y debe ser actualizada periódicamente en la medida que las condiciones climáticas varíen.



Fuente: 2023 Gil, M; Undurraga, E; Asahi, K and Palgrhani, R “Calor Extremo: Estrategia de Gestión y Medidas de Adaptación para la Región Metropolitana de Santiago”. Propuestas Para Chile. Centro de Políticas Públicas UC.


Puedes acceder a dicho informe y más información en olasdecalor.cl/informe


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