Por Raimundo Murúa
En comparación con las zonas rurales, las urbes se encuentran más expuestas a sufrir problemas frente a olas de calor debido a factores vinculados el modelo de infraestructura que sustenta su diseño y a la materialidad utilizada. Estos factores facilitan la manifestación de fenómenos llamados como "islas de calor". Esto ocurre gracias a la suma de condiciones que se dan justamente al interior de las ciudades.
Estas constan de una mayor proporción de superficies oscuras provistas de cemento y asfalto que concentran el calor, en desmedro de especies vegetales como árboles que puedan regular la temperatura. Además, abundan fuentes de calor generadas por el flujo vehicular concentrado en las ciudades, el uso de generadores y otras máquinas como aire acondicionado que contribuyen a que se generen ambientes con temperaturas de 1 a 3° Celcius superiores a las zonas subyacentes (UNDRR ROAP, 2019). Asimismo, la presencia de edificios de gran altura dificultan la ventilación y concentran el calor alrededor de estas.
La "isla de calor" se encuentra abarcado en el concepto de "Zona Climática Local". que corresponde a un área urbana que presenta condiciones climáticas diferentes a las vecinas dados sus usos de suelo, presencia de especies vegetales y las construcciones ubicadas en dicho sector. A pesar de lo anterior, los edificios de altura pueden contribuir a disminuir las altas temperaturas ya que aportan como zonas de sombra. De hecho, estas emulan la situación climática de Colorado, por lo que se les llama "cañones urbanos". Se sostiene además que si estos se sitúan en ubicaciones que no se encuentran en medio de flujos de viento, entonces pueden aportar como ejes de ventilación, lo que en definitiva aportaría a refrescar el ambiente (Romero, 2017).
Otro factor no menor se atribuye a que la capital se ubica en una cuenca, lo que provoca una disminución en el flujo y renovación del aire, lo que contribuye a la acumulación de material particulado. Esto último se asocia directamente al acrecentamiento del efecto invernadero en la Región Metropolitana. Por lo que esta, en comparación con otras urbes, se encuentra en una situación más crítica con respecto a las olas de calor.
Con respecto a lo anterior, amerita revisar la situación de urbes como la Región Metropolitana, pues concentra alrededor del 40% de la población total del país, por lo que una ola de calor que afecte dicha ciudad repercutiría en perjuicios a un grupo humano considerable. En la misma línea se muestra a continuación un mapa con la distribución de la temperatura promedio en Santiago desde el 2010 hasta el 2016. Esta recopilación de datos se realizó mediante la instalación de estaciones en los 38 puntos que aparecen en el mapa, mediante los cuales se monitoreó la temperatura en la capital.
Fuente: Romero, 2017.
Se aprecia que las zonas que registraron una mayor temperatura promedio se encuentran en las comunas de la zona centro y la sur-poniente de Santiago. Además, las comunas con registros más altos son Lo Espejo y Pedro Aguirre Cerda.
Otro aspecto interesante a considerar es la materialidad utilizada en la edificación de las urbes. Al respecto se tienen varios datos de gran interés. En los últimos 25 años, el ladrillo constituye el material más utilizado en la infraestructura de la capital, con un 27%,
seguido por la madera, el metal y el hormigón, con porcentajes respectivos del 18%, 17% y 14%. El ladrillo se consolidó como material predilecto desde el año 2001, alcanzando un porcentaje máximo del 33% aproximadamente, un valor considerablemente alto. Esto se puede apreciar en el siguiente gráfico de líneas.
Fuente:
Asimismo, planes de expansión del área urbana mediante edificaciones de baja altura se ha priorizado el uso del ladrillo y la madera. Mientras que en edificios de altura se ha preponderado el uso del metal y el hormigón. Esto resulta alentador en la lucha frente a olas de calor, pues los materiales como el ladrillo y el hormigón son aislantes térmicos, lo que podría resultar en una ventaja de la población en lidiar con esta problemática.
Además, se aprecia además que el área cubierta por edificaciones de mayor altura es de gran valor con respecto a edificios de menos pisos, lo que da muestra de la gran influencia que pueden ejercer las edificaciones altas en la capital en aspectos como el cambio de temperatura. En el siguiente gráfico se muestra lo anterior.
Fuente: Vergara, 2018.
En el gráfico se aprecia también que edificios bajos de 1 y 2 pisos han cubierto un mayor porcentaje de suelo, aunque a la baja. Mientras que los edificios de 9 o más pisos han aumentado su cobertura de área al año 2014.
Como conclusión, se han evidenciado factores que colocan a urbes como la Región Metropolitana en una situación de alto riesgo frente a inminentes olas de calor. Como la presencia de grandes cantidades de cemento y asfalto que concentran energía térmica, el calor proveniente de máquinas de transporte y la escasez de áreas verdes y arboladas. Sin embargo, existen factores protectores con los que la población puede contar para mitigar los efectos de las altas temperaturas. Como la edificación de construcciones en altura que no obstaculicen el flujo de aire y aporten a la ventilación como "cañones urbanos"; la presencia de materiales aislantes térmicamente como el ladrillo en construcciones residenciales y hormigón en edificios de altura que disminuyen el flujo de aire caliente al interior de estas.
Fuentes:
United Nations Office for Disaster Risk Reduction-Regional Office for Asia and Pacific (UNDRR ROAP). (2019). Heatwaves: Lessons from India on dealing with this growing hazard. https://www.preventionweb.net/news/view/66416
Romero, H. (2017). Ondas e islas de calor en los barrios de Santiago: Un fenómeno no registrado por los termómetros oficiales. https://uchile.cl/u130608
Vergara, J. (2018). Edificaciones en la Región Metropolitana de Santiago (1990-2014). Sus estrategias materiales. Bitácora Urbano Territorial(2018),28(3):9 http://dx.doi.org/10.15446/bitacora.v28n3.59073
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